Ruta de las haciendas, el azúcar y los ingenios

Hernán Cortés trajo en sus barcos algo más que adargas y arcabuces: la caña de azúcar.
Repartidas las tierras entre sus soldados, comenzó el cultivo de la caña, que se ha mantenido hasta nuestros días. Las haciendas de esta región tienen su origen en aquellos primeros repartos y desde entonces empezaron a operar como trapiches primero, como ingenios después algunas de ellas. Más tarde adoptarían otros cultivos, como los cítricos o el café.
Conoce algunas de las haciendas y sus historias, donde la vida no siempre fue tan dulce como el azúcar que producían.

LA VIDA EN LA HACIENDA
Hubo un tiempo en que los hacendados se sentaban a la puerta de su casa y todo lo que alcanzaban a ver era suyo. Miles de hectáreas. Tantas que no llegaban a cultivarse. El ganado campaba a sus anchas. Llegaron algunos esclavos africanos para cortar caña y trabajar en los trapiches, aunque la mayoría de la mano de obra siempre fue nativa. Los dueños solían vivir en la capital, dejando el cuidado de la hacienda en manos de administradores o incluso arrendándolas.
El porfiriato las favoreció enormemente, en aras de la modernización del país, permitiéndolas crecer a expensas de las tierras comunales. Fue el momento de mayor esplendor de las haciendas: se levantaron casas señoriales y se tendieron vías para transportar su producción a las estaciones del ferrocarril.
Tras el triunfo de la revolución, la mayoría de sus tierras se convirtieron en ejidos y fueron repartidas entre los campesinos que antes las habían cultivado.

TRAPICHES E INGENIOS
Los primeros trapiches funcionaban con maquinaria de madera, accionada por animales de carga y los crujidos que producían se oían a distancia. Más adelante, la infraestructura se mejoraría con acueductos y ruedas accionadas por la fuerza del agua. Se producía fundamentalmente panela y aguardiente. Finalmente, con las calderas y la maquinaria para obtener un azúcar más refinado, algunos se convirtieron en ingenios.

AÚN EN PIE

Zimpizahua  
Data de 1807. Conserva en uso el acueducto, único que aún funciona por gravedad, y la rueda de agua que movía el mecanismo para la molienda de la caña. Convertido en hotel, puede visitarse pagando una pequeña entrada.
Se encuentra a cinco kilómetros de Coatepec, en la carretera hacia Xico.
www.haciendazimpizahua.com

La Orduña
Inicia el 1586 como merced real para sitio de ganado menor en favor de Francisco de Orduña. Con el nombre de San Pedro Buenavista, se convierte en el primer ingenio de la región a principios del siglo XVII. Más tarde se dedicaría a los cítricos y al café.
Actualmente se conserva la residencia familiar, construida en 1907. Fue restaurada y alberga los talleres de La Ceiba Gráfica, asociación civil dedicada a fomentar la creación y producción artísticas. Cuenta con tienda, sala de exposiciones y servicio de visitas guiadas.

Abre de lunes a viernes de 10: 00 a 14: 00 y de 16: 00 a 19:00 horas y sábados en la mañana.
www.laceibagrafica.org

Tuzamapan
Se funda como hacienda en el siglo XVIII bajo el nombre de San Juan Bautista, con un pequeño trapiche, siendo la familia Gorozpe los primeros propietarios. Con el tiempo se convertiría en el mayor ingenio de la región. Recibió su última zafra en 1953, tras lo cual fue desmantelado y vendida su maquinaria al ingenio de Mahuixtlán.
El poblado actual se encuentra construido dentro del propio casco de la hacienda, que conserva la casa principal, fuentes y el acueducto.

Mahuixtlán
Su origen es una merced real de 1606 y formó parte en el periodo colonial de los terrenos del ingenio de la Santísima Trinidad, hoy El Grande, pertenecientes al Mayorazgo de la Higuera, enorme latifundio que se fragmentó con el tiempo. En 1879 se funda el caserío San Mauricio Mahuixtlán, que se convertiría en trapiche. En 1879, es comprado por Rafael Dondé, quien instala una hacienda ganadera y azucarera. Tras la reforma agraria funciona como ingenio, único que se mantiene en la región, abastecido de caña por los ejidos que se formaron en las tierras un día pertenecieran a la hacienda.

Incluimos en nuestra ruta dos haciendas que, pese a no hallarse en nuestro municipio, resultan de gran interés, dada su importancia regional y su excelente estado de conservación.

Pacho Nuevo
Hacienda Pacha NuevoFundada en el siglo XVI con el nombre de Nuestra Señora de los Remedios Nexapa, este último, nombre indígena que podría significar “junto al agua” o “aguas color ceniza”, en referencia al particular color del agua en este lugar, apreciable en sus fuentes. Su nombre actual corresponde a uno de sus primeros propietarios, Don Luis Pacho y Mejía. Fue comprada a mediados del siglo XIX por Don José Julián Gutiérrez, cuya familia continúa siendo propietaria del lugar.
Conserva capilla en uso, hornos de cal, tejas y pan, acueducto y casas de peonaje. Sus edificaciones corresponden a los siglos XVII, XVIII y XIX.
Se permite la visita a grupos, previa cita,  tel.   822 91 11.

El Lencero
Fundada en el siglo XVI, se dice que por quien fuera el encargado de reparar las velas, o lienzos,  de los navíos de Cortés, de donde le vendría el nombre.
En el siglo XIX perteneció al general Santa Anna, quien fuera presidente de México en 11 ocasiones.
Hoy en día es patrimonio de gobierno del estado y funciona como museo.
Abre de martes a domingo en horario de 10:00 a 17:00 horas.

 

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